Mompox: el pueblo que se detuvo en el tiempo | Patoneando Blog de viajes
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Mompox: el pueblo que se detuvo en el tiempo

Llegar a Mompox no fue tan sencillo como lo esperaba. En la terminal de transportes de Santa Marta tardé por lo menos dos horas discutiendo con conductores porque ninguno se ponía de acuerdo con la ruta.

Que te vengas en este bus y te dejo en tal pueblo y luego ahí tomas otro que te lleva directo. Que ese no te sirve no le creas. Que no sea metido que yo soy un hombre serio. Que por favor se calman porque no me voy con ninguno de los dos. Que te vayas en ese y te bajas en una intersección. Que niña ese no le sirve, mejor vaya a tal empresa y y le dicen que la dejen en la intersección de Santa Ana.

Creo que desde que me fui al Chocó en barco, no era tan difícil tomar un transporte para llegar a un destino. Ya entiendo porqué los momposinos dicen que «por Mompox no se pasa, a Mompox se llega».

Finalmente un bus me dejó en una intersección en medio de la carretera. Allí no fue tan difícil subirme en un auto particular que funcionaba como taxi.

Ahí iba yo, en un auto lleno de gallinas, ollas y tanques azules amarrados con cuerdas desde el techo hasta el baúl, el cual iba abierto de par en par por el tamaño de la mercancía. A mi lado una señora cargaba en sus piernas una jaula con un loro cuyo nombre bíblico no puedo recordar. El señor que iba adelante al lado del conductor, cargaba una bañera de bebé rosada que le tapaba toda la visibilidad.

Esto es Colombia. Me decía a mi misma.

Llegando al pueblo de Santa Ana, muy cerca de Mompox. El auto pasaba por una carretera polvorienta que estaban arreglando. Justo en ese momento, nos detuvimos. Intentó encenderlo y el auto emitía sonidos de ahogo. Varios intentos fueron fallidos.

-Nos quedamos sin gasolina. Dice el conductor al tiempo que se quita la gorra con la mano derecha y se rasca la cabeza con la izquierda en señal de preocupación.

Esperamos en la ruta alrededor de una hora mientras su «compadre» le traía gasolina en una botella de gaseosa.

Sí señora. Esto es Colombia. Volví a decir para mis adentros. Y en realidad no es que me moleste. Sé que para la mayoría de personas viajar aguantando este tipo de situaciones se aleja de lo que puede ser un buen viaje o un viaje cómodo (que para muchos es lo mismo). Para mi funciona de otra manera, más simple, sin tanto rebusque. Mientras más difícil sea llegar a mi destino, más me gusta. La palabra comodidad ya tiene otro tipo de connotación para mi y salir de mi zona de confort… bueno, ¿Cuál es mi zona de confort realmente?

Llegamos a Santa Ana donde apenas el auto andaba. Me bajé y tomé una moto que me condujo por varios minutos sobre una calle polvorienta y maltrecha para luego tomar carretera vía Mompox.

***

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Los Portales de la Marquesa

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Da la sensación de ser un pueblo que se detuvo en el tiempo

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Son pocos los autos que se ven

Cuando uno llega a Mompox y se detiene un segundo para mirar a su alrededor, solo una cosa le viene a la cabeza: este pueblo se detuvo en el tiempo. La arquitectura clásica, las fachadas de sus casas coloniales, vendedores de leche en carretas, barcos en el río Magdalena, trinitarias, pocos autos.

Sentarse en los Portales de la Marquesa o caminar por el magnífico balcón sobre el río Magdalena, es trasladarse al Mompox de la época señorial donde los barcos navegaban por esta arteria colombiana, para refugiar el oro y la plata que los españoles sacaban durante la conquista.

No es difícil imaginarse por qué fue nombrado Patrimonio Histórico Cultural de la Humanidad por la Unesco o por qué hace parte de uno de los pueblos Patrimonio de Colombia.

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Iglesia de Santa Barbara

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Iglesia de San Francisco

Los días que estuve en Mompox, me dediqué a caminarlos con franceses que se hospedaban en el mismo hostal que yo. Al parecer en alguna guía de Francia con destinos insólitos para visitar en el 2017, aparece este pueblo anclado en el tiempo. Eso explica por qué sólo hay franceses en el hostal.

La primera noche fue difícil (pero no imposible) la caminata. Es impresionante la cantidad de mosquitos que salen de fiesta a partir de las cinco de la tarde. No obstante, esto no fue impedimento para caminar y disfrutar la noche bajo la intensa luz amarilla del alumbrado público, ni de un refrescante jugo de corozo.

El segundo día, el recorrido empezó muy temprano en la mañana. La francesa que me acompañaba, quería evitar el sol a toda costa. Y es que caminar a la sombra, sólo evita que los rayos te quemen menos, porque el astro rey se encarga de marcar su fogosa presencia durante todo el día, hasta el ocaso.

Caminábamos sin rumbo fijo, entrando en las iglesias, metiéndonos por recovecos, tomándonos fotos en fachadas coloridas y pidiendo permiso para entrar a los jardines de las casas.

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¡Este árbol me fascinó!

Como yo no había desayunado, buscamos un puesto de comida callejero para hacer callar mis entrañas. Encontramos uno que vendía patacón relleno de carne (comerlo es tocar el cielo con las manos) y avena fría.

Marie ya había estado lo suficiente en la costa de Colombia para darse cuenta que aquí todo el mundo pregunta, te habla y se mete en conversaciones ajenas. El vendedor de nuestro suculento patacón, no fue la excepción. A ninguna de las dos nos molestó y nos sentamos en el andén para charlar con él. Sin buscarlo, el hombre resultó siendo un amante de la historia de Mompox y siempre estudiaba empíricamente. Nos habló de la historia, del parecido de la bandera de Mompox con la bandera de Suiza, de la importancia de la religión en este pueblo, de las cruces encima de las ventanas y hasta nos hizo un mapa para visitar lugares que nos recomendaba.

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Con Marie y el vendedor del patacón relleno más delicioso del pueblo

Así fue como la caminata se extendió durante todo el día bajo el inclemente sol. No importaba el bloqueador solar, ni las gafas, ni la sombra. El calor era difícil de soportar pero Mompox es tan hermoso, con sus detalles en todo lado, sus puertas y paredes descascaradas, su gente amable, que es de verdad difícil querer parar.

Llegamos hasta el mercado antiguo o Plaza de la aduana donde se manejó todo el comercio hasta los años 20’s. Entramos a la Oficina de Turismo para pedir un mapa y más indicaciones. Ahí supimos que podíamos subir al segundo piso del mercado y tener una mejor vista de la Plaza.

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Iglesia de La Concepción, en el Antiguo mercado.

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El cementerio

Entramos a talleres de filigrana ya que Marie deseaba comprar un souvenir. La orfebrería momposina actual es el resultado de diferentes influencias culturales: indígena, negra e hispano-árabe. Su fama en elaboración de joyas de oro y plata a través del arte de la filigrana es mundial.

Pasamos todo el día de un lado a otro, jugando a descubrir tesoros escondidos en un pueblo que por sí mismo es un tesoro conservado en el tiempo. Mompox se conserva tal y como fue antes, es un pueblo hermoso por donde se mire, fotogénico y admirable. Dicen que el tiempo fue su enemigo. Yo pienso que fue su salvador.

 Haz clic para ver el video «Retazos de una mañana en Mompox»


¿CÓMO LLEGAR A MOMPOX?

Para llegar a Mompox existen diferentes opciones. No está de más decir que si vas en auto particular es más fácil que en transporte público, por eso sólo me concentraré en esta segunda opción para llegar.

Hay dos maneras de llegar a Mompox: Una es tomando un ferry y la segunda es vía Talaigua Nuevo que comunica con Mompox por medio de una carretera asfaltada. En algunas de las opciones que verás a continuación, debes preguntar qué vía toma para saber si debes o no tomar un ferry.

Desde Bogotá, Medellín y Bucaramanga:

EN BUS:

Desde Bogotá y Medellín la empresa Copetrán y Omega van directo al Banco, Magdalena y ahí en el terminal de transportes se toman autos que van directo a Mompox. (no necesitas tomar ferry)

Desde Bucaramanga el mismo trayecto con la empresa Cootrans Magdalena (no necesitas tomar ferry). Desde Barranquilla o Cartagena: Puedes tomar un bus directo a Mompox con la empresa Caribe Express que pertenece a Expreso Brasilia. Ten en cuenta que estos buses solo tienen un horario muy temprano en la mañana y el de Barranquilla también a las 10:00PM.

Otra opción es ir por la vía de Carmen de Bolívar – Magangué – tomas un ferry – La Bodega – Mompox

*Desde Barranquilla y Cartagena también existe un servicio puerta a puerta.

Desde Santa Marta: La empresa Copetran te vende un pasaje hasta La Gloria (Magdalena) y ahí tomas un auto que te lleve a Mompox.

POR VÍA AÉREA:

A pesar de que Mompox tiene un aeropuerto, actualmente no no hay aerolíneas que presten este servicio, a menos que sea un vuelo charter.

Con la aerolínea Satena puedes volar desde Bogotá hasta Corozal y desde ahí continuar por tierra (3 horas aproximadamente).

Otra opción es tomar vuelos hasta ciudades como Cartagena, Sincelejo o Barranquilla y desde allí viajar por carretera hasta Magangué y luego toman un ferry para llegar a Mompox.

¿QUÉ HACER EN MOMPOX?

Mi primera recomendación es caminar, caminar y caminar. Vayan a la Oficina de Turismo y pidan un mapa.

Entre sus atractivos se encuentran seis iglesias, el Claustro de San Agustín, La Albarrada, Cementerio, Calle Real del Medio, Calle de Atrás, el Mercado Antiguo, los Portales de la Marquesa y sus cientos de casas de otra época.

Admiren el trabajo de filigranas en algunos talleres

Den un paseo por la ciénaga de Pijiño donde pueden hacer avistamiento de aves y disfrutar de la flora y la fauna

Esperar el atardecer frente al Mercado Viejo

Probar el típico dulce de limón, un jugo de corozo o esos patacones rellenos tan deliciosos de los que hablé en el artículo

No soy amante de visitar cementerios pero el de Mompox me pareció muy lindo

En Octubre festejan un festival de Jazz reconocido internacionalmente. Si tienes la oportunidad, no te lo pierdas.

Y tú, ¿Ya has visitado Mompox? ¿Sentiste también que estabas en un pueblo anclado en el tiempo? Dime tus opiniones abajo en los comentarios 🙂


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Lina Maestre
Lina Maestre
Soy Lina. Viajera, creadora de contenido, autora y emprendedora. Soy la que escribe, toma fotos y edita este blog. Nací en Colombia y he viajado en solitario y en pareja por más de 40 países. Soy autora del libro El Arte de viajar sola y la creadora de Ellas por el Mundo (una agencia de viajes para mujeres). Acá encontrarás relatos de viajes, consejos y guías de destinos e inspiración para tus viajes. Puedes ver mi día a día a través de Instagram.

3 Comments

  1. Juan Carlos Palma dice:

    Que lindo , me animare a conocerlo, regrese de colombia y otros paises hace una semana y ya esto y planeando regresar a colombia, queria visitar santa marta y mira q tu opcion tbm la haré, saludos desde México

  2. […] de Taroa en Punta Gallinas, el punto más septentrional del país sureño y la joya patrimonial de Monpox, ciudad que inspiró al pueblo Macondo del “El Coronel no tiene quien le […]

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