Hace poco una prima me preguntó por qué razón yo iría a un lugar recóndito de una ciudad, cuáles serían mis razones. Yo le respondí que me gusta ir a lugares alejados de lo tradicional en la visita de una ciudad, porque eran escenas vivas, sin maquillaje para el turista donde se puede ver las verdaderas costumbres del lugar. Seguida a mi respuesta le dije que hace poco había ido al mercado de Paloquemao con algunos amigos precisamente porque además de que me moría de ganas por probar frutas frescas, quería conocer más del movimiento diario que se vive en ese lugar.
Siempre había escuchado sobre el mercado de Paloquemao, en especial porque algunos conocidos se van a comprar verduras y frutas frescas, además de ser uno de los sitios para llevar a los extranjeros que vienen a Bogotá y desean comer lo típico del país. Lo confieso, yo nunca lo había visitado. Antes de irme de viaje lo veía como un mercado más, un lugar alejado de mi casa y no «tenía tiempo» para ir. Después de dos años de haber estado en Europa, mi antojo por la comida típica y las frutas frescas había aumentado en un nivel exagerado. Quería visitarlo, quería ver el día a día de todas las personas que trabajan allí, quería llenarme de frutas y varios jugos de mango.
Finalmente, después de tanto posponer, invité a tres amigas viajeras y bloggeras, a dos amigos franceses y mi amigo Jose Santos (el chico que siempre está detrás de la cámara) a unirse y pasar todo un día comiendo y recorriendo los pasillos de Paloquemao.
Con mis amigas Paula autora del blog Vieja que viaja, Naty de Cuentos de Mochila y Edith de Mi Viajar
Lo que me gusta de los mercados locales es que tienen vida propia. Hay ruido y movimiento, señoras cortando las cabezas de pescados sin piedad, personas que no se deciden entre un chili rojo y uno naranja, hombres gritando «permiso» y pasan con los bultos de papa sobre sus hombros, señores regateando, niñas tomando sopa y señoritas tomando un jugo de frutas tropicales recién hecho. En Paloquemao esto no es la excepción, al contrario, es el diario vivir, es un lugar con la personalidad propia de su gente.
Aquí se regatea a lo loco, se grita, se escucha la música a todo volumen. Aquí no hay maquillaje que valga.
Nunca me cansaré de decirlo: En Europa extrañé demasiado comer frutas frescas y típicas de mi país. Colombia cuenta con una gran cantidad de variedad de frutas y a diferencia del viejo continente, no son tan costosas.
Fue difícil decidirme por un jugo en especial, pero en cualquier parte del mundo, el jugo de mango es mi debilidad. Aquí, la vendedora me ofreció la ñapa. Naty en cambio, se decidió por uno de naranja con zanahoria.
El mercado de Paloquemao está lleno de vida, de color, de costumbres, de tacto, de sabores, de bullicio.
¡Qué difícil es decidirse por uno solo! Aunque no debería por problemas de salud, soy amante de todo lo picante. Es una adicción que no he podido querido superar.
Mientras caminábamos en el laberíntico paloquemao en la búsqueda del puesto de jugos naturales. Nos encontramos en la carpa de una señora que vendía una fruta totalmente desconocida para mí. El Nopal, originaria de México. Nos explicó rápidamente como se cocinaba, aunque no nos decidimos por comprarla, definitivamente es algo que debo probar en mi vida.
No sé que haría sin el aguacate, es uno de los alimentos que más extraño cuando no puedo conseguirlo en algunos lugares.
Sin duda alguna, había perdido mucho tiempo en no conocer el mercado de paloquemao, es todo un mundo lleno de sabores, olores y costumbres. Todo un manjar para los sentidos.
Acá un pequeño vídeo que resume nuestra visita.
3 Comments
Hola! Recién descubrí tu blog y me encanta! Gracias por compartir tu experiencia y tus lindas fotos. Tengo muchas ganas de conocer Bogotá (y Colombia por lo general – algún día!!) y me gusta mucho tu relato de este aspecto de la vida cotidiana de la ciudad. Seguiré leyendo!
Hola Alissa! Gracias a ti por leerme. Espero seguir viéndote por estos lados y que sigas viajando conmigo 🙂
Un abrazo
Que Bello, que poético y sobre todo Que gente tan esplendida, tan sonriente tan feliz.