Todo empezó con un anuncio en mis cuentas sociales: ¡Me voy a dar la vuelta al mundo en tiempo indefinido! Y al principio era mi idea. Sin rutas ni fechas fijas. Muchas ilusiones y sueños por cumplir, todos los que tuvieran cabida en mi mochila. El viaje empezó oficialmente (o al menos para este blog) en septiembre del 2015. Para mi mamá inició el 12 de enero del 2014 cuando tomé el vuelo a Francia; para mí inició mucho antes, desde el momento en que empecé a planificar, a maquinar, a leer historias, cuando aún no veía otra salida al «trabajar mucho para una empresa para sobrevivir y después poder viajar», cuando pensaba que estaba loca o al menos eso me hacían creer.
Este viaje no empezó como un arrebato de un día para otro, tampoco fue planificado con mucho tiempo de anterioridad, ni siquiera llevaba una ruta fija. Esta historia empezó mucho tiempo atrás, cuando deseaba a toda costa cambiar de vida y largarme a luchar por mis sueños, a ser feliz. No fue fácil. Compré un tiquete para Europa de ida sin tener planes prontos de regresar. Cuando finalmente decidí empezar a soñar más alto y perseguir mi sueño de viajar, no tenía ni idea de cómo lo lograría y por supuesto, tampoco sabría lo que pasaría.
Este viaje pasó de la manera en que tenía que pasar. Mi primer viaje al exterior fue a Nueva York para aprender el inglés, no estaba preparada para «mochilear» y mucho menos para viajar por el mundo, pero mi deseo ya estaba ahí, en mis entrañas. Cuando compré ese tiquete sin regreso hacia Francia, me fui con una mochila y una pequeña maleta de rueditas de no más de 10 kilos. Tampoco estaba lista para comerme el mundo. Mientras estudiaba, realicé pequeños viajes alrededor de Europa, siempre lo hacía con el presupuesto digno de una estudiante. Finalmente en uno de esos viajes, el más largo de todos, durante el verano del 2014 perdí mi dinero en Roma y tenía la opción de volver a Francia y estar en lo seguro o de continuar mi ruta hacia Croacia desde donde ya tenía reservado mi tiquete de regreso, pero dos semanas después. Me regreso a lo seguro o sigo mi camino con tan solo 100Euros y a la deriva. Decidí continuar, una decisión un tanto irresponsable para muchos, pero la mejor que he tomado hasta ahora (haz clic aquí y puedes leer la historia completa). Fue gracias a ese viaje, donde me dí cuenta que viajar con poco dinero es posible, que el mundo es más hospitalario de lo que nos cuentan los medios y que cuando se desea algo con tanta fuerza, el universo se confabula a tu favor. La sincronicidad del viajero existe.
Cuando finalmente en septiembre tomé la mochila y arranqué el viaje, (el verdadero viaje según mi blog) no tenía ni idea de lo que estaba por suceder. El problema de iniciar un viaje largo por primera vez es que empiezas a alejarte de la cotidianidad que tantas veces nos esclaviza. Sabía que iba a suceder, pero no estaba preparada. Un viaje largo es como probar alguna sustancia a la que puedes terminar adicto y lo sabes. Por lo tanto tienes dos opciones: La primera es probar, saborear y saber que debes parar porque «ésto no es para ti». Extrañas tu casa, tu familia, tu comida y estás cansado de cambiar de almohada cada tres días. La segunda es probar, saborear y saber que ya no vas a parar, no quieres, ya no te ves regresando a la comodidad de lo seguro y prefieres no huir de lo incierto, de los cambios, de las nuevas experiencias, diferentes sensaciones y por supuesto, cambio de almohada. Porque un viaje largo pone a prueba tu propia resistencia.
Sé que tanta libertad e independencia puede despertar envidia o admiración de más de uno, pero esta es la vida que escogí y soy feliz. Viviendo experiencias diferentes cada día, conociendo nuevas personas, nuevas culturas, derrochándome con nuevos sabores y viendo nuevos paisajes. Todos mis sentidos, cada célula de mi cuerpo es feliz porque sé que estoy haciendo lo que me apasiona, lo que me hace feliz, a lo que tanto le tuve miedo, una decisión que tardó años en cocinarse pero que finalmente estalló, como una bomba de tiempo.
No me siento en un viaje largo, tampoco tengo fechas exactas de partidas ni de llegadas, a veces sentía que estaba viviendo en Francia -país al que considero mi segundo hogar- otras veces que solo formaba parte del viaje.
Cuando decidí emprender este viaje también decidí cambiar de estilo de vida (ya la Lina que dejó Colombia hace dos años no es la misma que regresó a su país), decidiendo romper una rutina con la fascinación de descubrir otras culturas, otras realidades, y otros misterios. De hacer lo que realmente me haría feliz, de perseguir mis sueños, me iba a vivir a mi manera rompiendo ese molde.
Hace unos días pensaba que ya estaba cansada de afirmaciones y suposiciones donde muchos se alegraban porque por fin regresaba a mi país para «quedarme quieta» porque mi viaje ya había terminado. Lo que me hizo pensar –¿Y si no es un viaje de unos cuantos años y si más bien es una vida diferente, una vida itinerante? Donde no sepas dónde te levantarás al día siguiente o dónde estarás el próximo mes; una vida donde a veces quieras dividirte en dos (o en tres) para estar en varios lugares compartiendo con varias personas. Sé que es difícil entender que alguien acepte dejar todo y tener una vida estilo nómada-tecnológico-moderno, en especial en esta sociedad donde si no sigues los parámetros establecidos y no trabajas como trabajan todos los demás, no te pueden entender, es imposible ¿Por qué?
La adicción llegó y yo la dejé entrar, con miedos y muchas dudas pero finalmente fue por decisión propia y eso es lo que importa. Ya no quiero parar, esto dejó de ser una vuelta al mundo para convertirse en una vida itinerante. Una libertad que me condena y al mismo tiempo me libera. No estoy dispuesta a renunciar a ésto, ni quiero que la muerte me sorprenda con los sueños congelados metidos en una cajita de pandora o pegados en la pared de mi habitación. Si la muerte llega, que me sorprenda con las manos en la masa, tocando y manoseando mis sueños, mis ilusiones. Las pocas pertenencias que tengo se las dejo, pero lo viajado y lo vivido (así como lo bailado) no me lo quita nadie.
Hoy escribo este artículo como respuesta a la misma pregunta multiplicada por cien. Y tú, ¿Cuando vas a parar de viajar? A veces se me hace un nudo en la garganta y dependiendo de quién pregunte digo la respuesta. A conocidos les respondo que no sé, a personas que acabo de conocer les digo que a final de año y así..Voy escogiendo siempre una respuesta de la cajita de sorpresas. Algunas veces para no tener que dar explicaciones digo que soy Hotelera, que estoy viajando por unos cuántos meses y regreso a Colombia para buscar un trabajo, -Ahhh que bien- Porque ya en sus cabezas se imaginan lo que sigue… Y me voy a casar y tener hijos y seguir trabajando. ¿Acaso el mundo no está preparado para escuchar una respuesta diferente? Las personas no pueden aceptar el hecho de que rompiste el molde y eres diferente a ellos y por eso, eres «anormal». Ese molde en que nos enseñan que el éxito proviene de lo material, donde el que tiene dos carros es más exitoso y feliz que el que no tiene ni uno. Se supone que ganar dinero haciendo lo que amas, lo que te apasiona, no es posible. Eso no viene en el manual de la vida.
No sé si un día dejaré de viajar o si me voy a aburrir de hacerlo en dos, tres o cinco años, tampoco sé si me voy a «establecer» algún día en un sitio específico, o conoceré al príncipe de mis sueños que decida patonear a mi lado, no lo sé. Los tiempo y la gente cambian. Ahora lo que tengo es el presente y en él doy pasos pensando en construir un futuro diferente. Lo que afirmo ahora mismo es que no quiero viajar uno o dos años y regresar, tampoco quiero viajar unos meses al año y volver a lo conocido, quiero vivir viajando, quiero tener una vida itinerante.
Llego a este punto porque al parecer mucha gente no ha entendido aún mi deseo ni mi nuevo estilo de vida, así que al próximo amigo que me haga la misma pregunta, le enviaré el link de este post para ver si así me leen.
Necesitaba regresar a casa durante un tiempo determinado para recargar baterías, para abrazar a los míos y volver a tener una conversación «face to face» con mis amigos de la infancia, para reencontrarme con esas tradiciones y cultura de mi país. Estuve dos años fuera de casa, pero no siempre estuve en movimiento. También estudié el francés en una Universidad, trabajé, me enamoré, me alejé, me volví a ir, sentí momentos de soledad en los que deseaba estar en casa, también sentí momentos en los que no quería regresar y posponía más y más la fecha de partida. No siempre estuve en movimiento y alcancé a dormir con la misma almohada durante varios meses hasta que sentía que debía volverme a ir.
Voy a todo esto, porque estaré en mi país por unos meses y NO significa que dejaré de viajar, al contrario, regreso para recargar baterías y vivir un proceso de transición antes de irme de nuevo.
No llego con la intención de quedarme, casarme y tener hijos -como dije en aquella reunión en Turquía-, llego con la intención de recargarme, abrazar a mi mamá, viajar por mi hermoso país y con las mismas, me pienso volver a ir. No para continuar mi viaje, sino para comenzar mi vida itinerante. No sé si todos los viajeros sienten lo mismo al volver, si reflexionan tanto. Regresar es y no es fácil a la vez. Yo lo veo como una pausa en mi viaje, sin darme cuenta, que en mi país también puedo viajar, también hay mucho por descubrir, acá puedo seguir con mi vida itinerante, así me sienta en pausa, el disco sigue sonando, mi mente sigue maquinando ideas y mis ganas de viajar siguen intactas.
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8 Comments
Volver es la parte más dura de un viaje.
Cuando volví de Asia recuerdo que lo pasé bastante mal. Tuve muchos altibajos emocionales debido a que me planteaba muchas dudas que expresas en esta entrada. Y por si no fuera suficiente, me sentía un poco desconectada de mi entorno.
La vuelta del viaje en bici por España y Portugal ha sido menos problemática. Supongo que las ideas estaban más claras y sabía que volvía para irme otra vez.
Cuando vuelva de América no sé lo que va a pasar, y eso es lo que más me gusta de vivir viajando: que la vida se convierte en una sorpresa.
Disfruta y descansa estos meses en Colombia, que falta hace. ¡Abrazo!
Al parecer siempre sucede cuando se regresa de un gran viaje, uno se siente algo desorientado y al mismo tiempo feliz. Es un balance y desbalance a la vez. Disfruta mucho tu viaje por este continente, aprovecha el presente sin pensar tanto en el regreso. Te mando un abrazote!!
Mi flacaaaaa!!! a recargar baterías en esta pausa activa, a abrazar el país y recorrerle las arterias, a besar las mejillas de la familiar y abrazar a los amigos. Tienes grandes proyectos, cuentas con mi apoyo en lo que pueda y pienso seguirte los pasos mientras estes acá para que tengas una faldera en cada trayecto jajajaja.
Pd: Me gusta como escribes, amaña y envuelve.
Mi flacaaa!! jaja muchas gracias! No sabes que ilusión me hace verte por estos lados 🙂 Vamos a recorrer las arterias de Colombia juntas, ya te escogí como mi compañera oficial de viajes! Un abrazote, te quiero mucho.
Me encanto tu blog, sabes!! me leí muchos artículos. Mi pasión es viajar, ahora regreso de viajar por el centro de Colombia: San Agustín , Popayan, Cali y Manizales, si el regreso es difícil, por que dormir todos los días en camas diferentes, a veces de hostals, otras de amigos, realizar mil cosas al día, hablar en otro idioma(mal hablado al tuyo), es mágico. Preparo un viaje Argentina , creame tu blog me inspirado mucho,( deje los miedos y simplemente parte). Además de inspirarme a escribir sobre mi viaje 2012 a Ecuador y Perú. ( me pasaron las mil cosas jaja). Gracias abrazos.
Gracias Maytte, por tus palabras y por pasarte por aquí y comentar. Me alegra mucho que mis palabras te hayan dado ese empujoncito de inspiración. Un viaje tiene mucho por contar, desde su preparación, las experiencias vividas y el cambio que uno vive internamente. Así que tiene bastante que escribir 🙂 Un abrazo!
Por diossss!! Me he devorado todo tu blog en unas horas. Es admirable tu forma de ver la vida, de seguir tus sueños, de luchar por lo que te hace feliz; gracias por darme, por darnos a todos los que llevamos el alma de viajero ese empujoncito que necesitábamos para salir al mundo , para hacer lo que realmente nos hace feliz a todo aquel que tiene esta misma ansia de libertad, de volar, de no ser simplemente una persona, si no un mapa repleto de lineas y lineas de viajes…
Sigue viviendo al máximo y que tu viaje nunca acabe. Mucha suerte desde mi hermosa Argentina ❤
Taty, gracias por ese mensaje tan lindo! El mejo regalo que pueda recibir es que a través de mis palabras alguien pueda continuar soñando y recibir ese «empujoncito para salir al mundo». Espero seguir viéndote por aquí, un abrazo grande desde Colombia 🙂 <3