Sueños, sacrificios y el por qué de un viaje

Hace un mes sentía la mochila más pesada. Era el día que tanto anhelaba. Fueron ocho meses diseñando, maquinando, ahorrando, buscando alternativas para ganar dinero durante el viaje. El trabajo que tuve durante meses se convirtió en un aguante, en una resistencia, en un soporte porque debía tener dinero para mi próximo viaje.  No pude ahorrar lo suficiente, no me alcanzó el tiempo para tener lo que necesitaba ¿Cuánto necesitaba en realidad?

Más de la mitad del dinero lo invertí en una tienda virtual que no sé si dará los frutos suficientes para seguir camino… ¿Cuánto es suficiente?

Sí, pienso hacer dinero en el camino por mis propios medios aunque nunca antes lo haya intentado. Esta vez no serán trabajos remunerados para ahorrar, continuar y volver a detenerme cuando se haya acabado lo antes trabajado. Esta vez, tengo la esperanza de poder vender –por Internet y presencialmente- y escribir para otros medios para seguir cumpliendo mi sueño de darle la vuelta al mundo.

Antes de volver a salir quise estudiar un poco más mi ruta, y no precisamente a modo de itinerario, sino para definir un poco su concepto, su finalidad, el por qué de un viaje, relacionarme mucho más con los lugares visitados y analizar más allá de lo que la gente ve.

Esta vez no será como en Europa.

Mi viaje no dependerá solo de monumentos y lugares turísticos imperdibles. Ya aprendí que para mí, viajar va más allá de eso. Después de regresar a casa entendí que se trata de relacionarse íntimamente con los lugares visitados y sus habitantes. Esta vez, la gente, la naturaleza y la cultura serán las protagonistas.

Hacer la mochila, decidir qué llevar cuando se tiene todo un continente por delante pero no un lapso de tiempo definido.

Este viaje tardó en armarse por razones económicas y otras tantas que ni yo misma entendía. Esperar, esperar a que  se decidan, esperar y depender. Depender de otros, es lo que más me molesta y lo que he aprendido a soportar con el tiempo.

Finalmente todo se fue dando y empecé a crear mi ruta incluyendo mi propio país. Fui amasando la idea y entendí finalmente que no iba a planear el viaje, solo a diseñarlo. Iba a recorrer mi país de punta a punta, de norte a sur, sin un orden específico, como el movimiento de las olas y del viento.

… EL POR QUÉ DE UN VIAJE

Planeo dedicar mi pluma y mis cuadernos para retratar, para describir, para entender, para mostrar la otra cara.. Los desplazamientos, la violencia, los problemas rurales presentes a lo largo del viaje. Quiero conocer a la gente que le da la personalidad al país. No es un viaje para ver solo playas y mares –aunque de esto no estoy exenta-. Es un viaje para defenderme y luchar con mis armas más preciadas: la pluma y el papel.

Espero ir encontrando en el camino una forma de aportar un granito de arena a todo lo que iré viendo, a ser útil como comunicadora empírica.

Quiero conocer otras realidades y entrar en contacto con otros modos de vida. Busco una interacción más profunda y sincera con lo local. Quiero ir en busca de personas y de culturas. Estoy interesada en ver cómo viven, cómo se visten, qué sienten, el por qué.  Quiero establecer vínculos que no estén medidos por lo económico. En este viaje no importa la cantidad, sino la profundidad del descubrimiento en cada lugar visitado.

El 30 de Agosto mi mochila no solo cargaba la ropa, sino camisas y postales para vender y sustentar este viaje, la computadora para compartirlo con quien me desee leer, la cámara fotográfica para retratar lo que mis ojos deseen retratar, los cuadernos y lapiceros para escribir y poder comunicar. Para no olvidar. Para transmitir distintas realidades.

Así inicio mi viaje por mi país y seguiré por el continente. Tal vez después pueda cruzar el Océano en un barco y seguir dando la vuelta al mundo por tierra y mar. Sin perderme de nada y ganando de todo.

Al par, voy escribiendo, tal vez con el sueño de algún día publicar un libro ¿Quién sabe? Soñar no cuesta nada, dicen por ahí.

https://www.youtube.com/watch?v=dYYNYUfPYxE