Este artículo lo pude haber escrito sobre los lugares turísticos y «de no perderse» en Capadocia pero este viaje lo viví de manera diferente, fui a esos lugares «que hay que ver» y a otros donde un grupo de turistas no mete la nariz, ambos los experimenté de la mano de locales. Por eso, decidí hacer «la lista» de manera diferente dándole protagonismo a lo vivido, a las experiencias, a las personas maravillosas que se cruzan en tu camino cuando estás haciendo un largo viaje, a la hospitalidad turca de la que nadie habla y a la mala costumbre de no acostumbrarte -valga la redundancia- a las despedidas.
Capadocia es uno de esos lugares que tienes que ver para creer, de esos que es difícil comparar con otros donde has estado antes. Uno de esos lugares donde naturaleza e historia cohabitan en perfecta armonía.
Llegué a la casa de un couchsurfer (Haz click acá y te explico lo que es) porque mis amigos de colombianos viajando me avisaron que estaban hospedados desde hace varios días en su casa y que era un chico muy buena onda, así que decidí ir con la seguridad que me quedaría dos noches y seguiría mi camino.
Llegué desde Estambul en plena noche, por lo tanto desde el primer día no pude ver el famoso paisaje que caracteriza a esta zona, pero sí pude gozar de un buen recibimiento y darme cuenta al instante que el «chico en cuestión» se toma todo su tiempo y espacio para compartirlo con extranjeros. Su casa permanece llena de viajeros de todo el mundo, por lo que no es extraño que además de parecer un hostal, las personas decidan quedarse más tiempo e incluso regresen. Ya puedes imaginarte a cual grupo pertenezco yo. Esas dos noches de estancia, se fueron por un tubito y le di rienda suelta a la frase «viajar sin tiquete de regreso», tomándome todo el tiempo posible para disfrutar cada momento.
Este es un viaje especial, nunca antes me había pasado, y no solo hablo de enamorarme de un lugar sino que por primera vez quise estar desconectada completamente -o al menos intentarlo-. Es sencillo de explicar pero difícil de entender, después de varios días no quería saber nada de 3G, ni celular, ni computador , lo único tecnológico que deseaba tener a mi alcance era mi cámara fotográfica, e incluso aveces me retenía y no capturaba la imagen, dejándola solamente guardada en mi propio disco duro, de los ojos directamente al cerebro o ¿Por qué no? Al corazón. Este lugar me atrapa .
¿Cómo no hablar de hospitalidad después de estar tantos días en esta casa?
Desde el primer día nuestro anfitrión nos llevó en su auto a conocer los alrededores, y durante varios días hicimos varias paradas en diferentes sitios a un ritmo más lento, cada uno con algo diferente y especial para ver y conocer, así que la cosa pasó así:
Cappadocia es famosa mundialmente por sus globos y por supuesto estando acá y ver estos paisajes, no me queda duda del por qué.
Además de globos y un cielo despejado, también vi adornos tipo «sácame una foto» colgando de los árboles.
Algo que me encanta de este lugar es que mi cerebro no se ha dado la tarea de compararlo con otro; me pasa mucho en Europa, donde después de dos años de estar acá termino relacionando un sitio con otro. Aquí he vivido una especie de «jaque mate» y todo ha sido completamente nuevo, único, y especial.
El paisaje de Capadocia es reconocido por sus casas y chimeneas formadas por la lava de volcanes que hace millones de años cubrieron su superficie y el tiempo modeló rocas cónicas, dejando al descubierto paisajes salidos de un cuento de hadas.
Una de las visitas que más disfruté fue la del Bazaar (mercado). Siempre he pensado que es en estos sitios donde se descubre la verdadera autenticidad de una ciudad y de su gente.
Un día decidieron por mi decidimos ir a un museo y un castillo, automáticamente arrugué la cara y dije que no tenía ganas de ir por las razones que acabo de decir. Para mi agradable sorpresa, acá todo es diferente, castillos no son los típicos castillos y museos, bueno, tampoco son los típicos museos. Fuimos a Çavuşin un lugar altamente recomendado y por el cual no pagas la entrada y al Museo abierto Göreme. Una especie de castillo que en realidad eran monasterios e iglesias construidas entre el siglo 4 y 13 a.c. El museo se encuentra bajo protección por ser Patrimonio de la UNESCO desde 1985.
Otro día fuimos al valle blanco y de palomas donde se pueden ver pequeños agujeros a modo de palomares, donde los hombres cuidan de éstas aves.
Junto con otras personas del grupo -porque pasamos de ser desconocidos, a un grupo de viajeros viviendo bajo el mismo techo- fuimos a la ciudad subterránea, un lugar único en la historia. Cientos de años atrás, la ciudad sufría de constantes guerras y ataques y la única manera que encontraron los habitantes para sobrevivir, fue construyendo ciudades subterráneas. Cada casa contaba con una entrada secreta que conectaba a éstas ciudades bajo el suelo, donde en total podían albergar a más de 20.000 personas.
Pasamos también por el Valle del amor, donde se puede detectar el por qué su nombre. Sus formaciones volcánicas tienen una semejanza a formas fálicas y según los antepasados, son actores indiscutibles en el amor.
En el valle de Devrent pudimos poner a prueba nuestra imaginación ya que sus rocas tienen forma de animales o cosas. Para ser honesta, lo único que pude ver fue una roca con forma de camello, creo que mi imaginación se está oxidando (ejemm).
Hubo días en los que me sentí como en casa, como si conociera a estas personas desde hace mucho tiempo atrás. Eramos tantos que nuestro anfitrión pidió un auto prestado pero la única que sabía -y se atrevía- a manejar un auto manual en Turquía, ya tenía el permiso internacional vencido: Yo
-No importa, no pasa nada.
-Listo, si aprendí a manejar en Bogotá, puedo manejar en Turquía.
Y así fue. Ese día nos fuimos 12 personas al Valle Rosado a hacer una caminata de cinco horas y terminamos viendo uno de los mejores atardeceres que jamás haya visto en mi vida. Terminamos cenando y tomando cerveza en una casa-cueva.
Si hay algo que amé de quedarme con locales y compartir solo con viajeros, fue conocer lugares donde los grupos de turistas no meten la nariz. Sitios y experiencias que no son famosas pero que solo puedes vivir cuando te sales de los mismos circuitos y aceptas abrirte a otras costumbres.
Nuestro anfitrión nos llevó a la casa de su mamá que junto a otras mujeres de su familia preparaban pan casero. Es una tradición familiar que hacen durante el verano para luego guardarlo y comerlo en invierno. Una costumbre en la que rara vez están invitados los extranjeros.
Si debo seguir hablando de hospitalidad y agregarle la sorpresa del viaje, tengo que decir que fue el hecho de haber entrado a una mezquita. Lo hice por primera vez en Estambul, con velo cubriéndome el cabello, tal y como se debe hacer. La diferencia es que esta vez lo hice sin velo. Caminaba con una taiwanesa cuando fuimos llamadas a entrar a una de las mezquitas por un hombre que a mi parecer era el «administrador». En su inglés rebuscado nos habló de la religión musulmana, nos explicó cómo funcionan las mezquitas, el fundamento de su religión, de la hospitalidad musulmana de la que no hablan los medios y finalmente nos invitó a tomar té.
Este sitio tiene una energía especial que me ha ido transformando, me ha hecho preguntarme a mí misma si algún día me puedo aburrir del movimiento y acostumbrarme a decir adiós. De hecho escribo estas letras cuando aún me encuentro acá, «atada» a este lugar, imaginándome desde ya lo que se viene, el momento de partir y de decir adiós a personas que tal vez nunca volveré a ver en mi existencia pero que de una u otra forma me han marcado. Pensar que tal vez un día tendré las agallas para decirle adiós a mi estilo de vida, y por supuesto a creer que tal vez un día dejaré de viajar, que me quedaré quieta en un solo lugar y mi apodo de «pata caliente» se evaporará y quedará como un lejano recuerdo de lo que algún día fue soñar con vivir viajando.
Es una región que no solo cuenta con lugares maravillosos, paisajes fuera de lo común sino también gente que no hicieron más que mostrarme su hospitalidad y demostrarme una vez más, que en este mundo hay gente buena y maravillosa. Definitivamente, Capadocia es una tierra de cuentos de hadas.
CÓMO LLEGAR:
Puedes llegar desde Estambul o cualquier otro aeropuerto con la línea económica Pegasus a la ciudad Nevsehir o llegar en bus con las empresas Metro y Kamilkoc.
Algunos otros lugares que deberías visitar son el Valle de Pasabagi, Urgupe que cuenta con una vista de 360 grados de toda la región, el Parque Nacional D’Ala Daglar, El Valle Inhalara, El Valle Kaymaklic, caminatas en Uchicar y la ciudad de Avanos, famosa por su cerámica y donde se puede ver el Rio Rojo.
PRECIOS:*
Montar en globo cuesta entre 100€-130€ dependiendo de la empresa y la época del año.
El precio a todos los museos y sitios turísticos es de 20 TRY (Liras Turcas) – 6.2€
El precio de las comidas oscila entre 10 y 25 TRY entre 3 y 8€
*Precios 2015
ALOJAMIENTO:
La región cuenta con muchos hoteles y hostales pero si quieres no solo alojamiento sino también guía turística y compañía sin pagar nada de más, te dejo el perfil del mejor anfitrión que he conocido hasta ahora: Couchsurfing
Y tú, ¿Alguna vez has visitado Capadocia? ¿Has visitado algún lugar del cual no te hayas querido ir?
16 Comments
Qué artículo tan bueno, excelente redacción y contagia el entusiasmo de lina al escribirlo.
Muchas gracias 🙂
Ça a l’air super, merci pour cette article !
Merci à toi Wali de faire la traduction et de le lire 🙂 Ça me plaît énormément
Linita. no pude evitar la emoción al leerte. cada que te escucho o que te leo me dan ganas de despegar de nuevo. Felicitaciones. Estás en la ruta; y tal como lo planeaste. un abrazo pata caliente!
Vane que alegría saber de ti, muchas gracias! Espero que pronto puedas volver a la ruta, pero esta vez con tu hermosa familia 🙂 Esta pata caliente te manda un fuerte abrazo!
Linaaaa!! Justo acabo de ver un documental de las mezquitas en Turquía.. pero con tu artículo me termine enamorando más de este lugar que espero algún día conocer.. Un abrazo desd Bordeaux 🙂
Mary!! Encantada de tenerte por estos lados jaja. Es un lugar maravilloso y me alegra que te lo haya transmitido a través de la lectura. Te mando un fuerte abrazo desde Izmir 🙂
[…] de estar atrapada por más de 10 días en Capadocia (Haz clic acá y conocerás la historia) decidí finalmente partir y despedirme de las personas que durante más de una semana me […]
Hola Lina, encontré tu blog, gracias por la información brindada, el próximo año en Abril iré con 2 amigas a Turquia solo 8 días 🙁 y bueno uno de nuestros destino es Capadocia, tú crees que seria posible que nos brindes el contacto de tu amigo, pienso que no hay nada mejor que vincularse con la gente local uno aprende más de la cultura, la vida y todo se ve desde otra perspectiva.
Bueno seguiré leyendo el blog que por ahí que coincidimos con tu ruta, saludos desde Perú
Hola Rocío, gracias por tu mensaje. En el final del artículo da clic sobre el link de Couchsurfing y encontrarás el perfil de Atilla. Escríbele y dile que me conoces 🙂 Espero que disfrutes ese viaje, Turquía es un lugar maravilloso! Abrazos
Lina! que hermoso Post, emociona y se siente propio, estoy hace mucho pensando en hacer este viaje por Turquia y tu manera de contarlo termina de convencerlo, que bueno lo del dato de couchsurfing! y el entusiasmo del viaje para quienes queremos hacerlo sola!.
saludos!
Muchas gracias Eva! De seguro te encantará ese país. Un abrazo y buenas rutas!
Hola Lina! me encanta el estilo para narrar tus travesías con información muy amplia, gracias por compartirlas. Te cuento que viajaré en septiembre a España y dispongo de pocos días para conocer algo más de Europa, mi plan incluye ir 3 días a París y después de allí tengo otros 2 o 3 días, en los que quisiera ir a Turquía, tengo visto un vuelo que llega a Estambul en la madrugada, te pido por favor orientarme en cómo aprovechar a máximo estos días. Muchas gracias, un abrazo desde Colombia
Me ha encantado el artículo, me enamora este tipo de países, se ve tan desértico aveces pero me ha enamorado las imágenes y los lugares que has mostrado en tu post. Simplemente maravillosos
Gracias por leerlo Etias 🙂