Todos sueñan con conocer la Toscana, ¿o no? ¿Solo soy yo?
Existe esa imagen típica de Italia en la que nos imaginamos caminando por campos de Oliva, tomando vino en uno de sus viñedos, viendo un amanecer en una de sus colinas onduladas, comiendo la mejor pasta en uno de sus pequeños restaurantes en medio de una plaza, recorriendo sus calles en un auto pequeño o tal vez en una Vespa (Ohh cliché). Y no dejemos atrás el sueño de muchos de tomarse la foto al lado de la torre inclinada de Pisa, y de recorrer las plazas de Florencia.
¿Por qué me obsesionaba tanto con la Toscana? Tal vez culpo a las películas por crearme semejante ilusión de esta región Italiana forjada durante el Renacimiento.
*suspiro* -Suena como estar en el cielo-.
La ruta comenzó en Pisa, llegué en un vuelo directo desde Eindhoven, (Holanda) donde me encontré con D (prefiero dejarlo en el anonimato). Aterrizamos tarde en la noche así que nuestro trayecto empezaría al día siguiente. Que mejor primera vez en Italia que en esta región.
La ciudad de Galileo Galilei la visitamos solo en una mañana, para ver la Torre inclinada de Pisa, como el resto de la gente y tomarme la misma fotografía… como el resto de la gente.
Ese mismo día llegamos a Florencia, la ciudad conocida por ser la cuna del Renacimiento, y empezamos a caminar. Empezamos por su Casco Antiguo donde se encuentran la mayor parte de los atractivos florentinos y por ende el mayor flujo de turistas.
Caminamos sin mapa para perdernos, pasando por el Duomo de Santa Maria del Fiore, por el Palazzo Vecchio y el Museo dei Ragazzi –donde se exponen obras de Miguel Angel-
Quisiera dar más detalles de los “lugares a visitar” de Florencia, pero para serles honestos, yo no los recorrí todos -¿por qué?- Por el simple hecho de estar hasta el tope de turistas.
Quisiera usar un adjetivo para esta majestuosa ciudad que respira arte, pero no lo encuentro, no sin que El David de Miguel Ángel se resienta. La ciudad me impactó más por su muchedumbre, por los vendedores queriendo meterte por los ojos algo que ni siquiera sabías que necesitabas, por la cantidad de turistas (incluyéndome, por supuesto). En parte fue mi culpa por escoger el verano para visitar una de las ciudades más visitadas de Italia, (aunque apostaría que está acostumbrada a recibir turistas durante todo el año) pero Florencia, la capital del arte por excelencia, no fue mi favorita. Si, leyeron bien, no amo Florencia, me gusta, es interesante pero no de la misma manera que otras ciudades italianas.
No era como me la imaginaba. Y ¿cómo no imaginarse Florencia? ¿Cómo no amarla antes de conocerla? En el fondo me sentía mal, es como si estuviéramos obligados a querer una ciudad por el hecho de ser famosa, por el hecho de ser un paso casi obligado en un país, por el hecho de estar metida en la cabeza de muchas personas, pero para mí, no todo es como te lo pintan (al menos para mí).
Creo en las segundas oportunidades y espero volver, tal vez en otra época del año para resarcirme con ella.
A pesar de que la Toscana tiene una buena comunicación en tren o en bus, es difícil usar éstos medios de transporte para recorrer todos sus rincones, al menos esos que están lejos de mis odiadas aglomeraciones turísticas. Así que D alquiló un auto y en menos de dos horas estábamos en Siena, (dónde hicimos base) otra de las grandes ciudades de la región pero al parecer todos los turistas estaban ocupados conociendo la torre inclinada y el David de Miguel Ángel.
Desde que llegamos me enamoré de esta pequeña ciudad, de cada uno de sus rincones de color ocre y de su hospitalidad.
Siena es una ciudad para asombrarse a cada paso, donde al parecer el tiempo se detuvo un día dejando plasmado esa apariencia gótica que adquirió durante la Edad Media. Su riqueza histórica fue reconocida por la UNESCO en 1995 como Patrimonio de la Humanidad.
Es muy famosa por su carrera a caballo del palio. Un espectáculo puramente medieval que hace retroceder varios siglos atrás a todos los espectadores. Se realiza en la Piazza del Campo cada verano, y atrae a un gran número de turistas de todo el mundo.
Todos hemos escuchado sobre Siena pero no muchos deciden visitarla, me imagino que Florencia y Pisa le quitan todo el protagonismo convirtiéndola en una ciudad menos visitada y con menos aglomeración de personas. Es menos caótica, no vi vendedores persiguiéndote en cada esquina y los precios son más bajos. En resumen: Me encantó Siena.
Después de visitar tres de las protagonistas de La Toscana, quería ver más de eso que tanto soñaba, anhelaba ver esas casas en los picos de las colinas, campos llenos de girasoles, colinas onduladas con colores indescriptibles, viñedos…
Al día siguiente, con mapa en mano empezamos. Durante varios días recorrimos la zona rural, pequeños pueblos, campos de heno, viñedos, la verdadera esencia de esta hermosa región.
Hay tantas cosas que podría decir de la Toscana pero ninguna le haría justicia a este bello paisaje. Es un lugar que se describe mejor en imágenes para que hablen por sí solas. Por eso he decidido dedicar otro artículo fotográfico (el cual publicaré próximamente) al resto de esta maravillosa región.
5 Comments
Muchos libros de literatura me mostraron la Toscana y sin conocerla aprendí a quererla.
Es un lugar que hace volar nuestra imaginación. Para quererlo incluso antes de haberlo visto.
Me encanta Italia y me gustaria visitar este bello país algun día, gracias por compartir tus relatos con nosotros Lina! 🙂
Con mucho gusto Maryré!!Espero que algún día logres visitarlo. 🙂
[…] con D -como lo dije en mi artículo anterior- y después de visitar durante varios días tres de las protagonistas de la región, quería ver más de eso que tanto soñaba. Anhelaba ver esas casas en los picos de las colinas, […]