Tortugas marinas del Pacífico (o el día que casi pierdo un pie)|Patoneando
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Tortugas marinas del Pacífico (o el día que casi pierdo un pie)

Cuando me enteré que podía hacer voluntariado con tortugas marinas del Pacífico colombiano (en el Chocó para ser más exactos), me puse contenta. No todos los días se sale uno de la «realidad» de Animal Planet o de cualquier pantalla de televisión. Nunca había visto una en mi vida y deseaba enormemente hacerlo.

Así fue como acepté el voluntariado y durante varias semanas conviví con una familia chocoana encargada de llevar a cabo un programa para la conservación de tortugas marinas , pues, por diversos factores, varias especies se hallan en peligro de extinción.

Gracias a este bello trabajo que están realizando (que por cierto no reciben ayuda financiera de ninguna entidad), pude acercarme a la vida de las tortugas. Bueno, de forma tangencial, ya que por no ser experta en el campo tenía que guardar mis distancias.

Estas hermosas criaturas recorren el Océano en busca de camarones, cangrejos, esponjas, algas o medusas (éstas últimas las confunden con bolsas plásticas arrojadas por el hombre y luego mueren asfixiadas) y una vez al año, buscan una playa para desovar.

Lo más hermoso de esto, es que muchos científicos afirman que ellas buscan la misma playa donde nacieron para desovar pero, por razones externas (entiéndase ser humano) son obligadas a buscar nuevas playas desconocidas para ellas.

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Aprendí que ellas nacen con una especie de gps natural en sus cabezas, y cuando están haciendo su primera caminata inaugural para tocar la primera ola, ese gps hace una impronta magnética con la Tierra y si alcanza la vida adulta, regresará a esa misma playa porque ella sobrevivió y es un «lugar seguro»

¡Qué bella es la naturaleza!

Esa noche debíamos salir a patrullar pero como llovía fuertemente, yo desistí de la idea y me fui a la cama.

En el patrullaje se buscan tortugas marinas que salen a la playa a desovar. Son largas caminatas por toda la playa con las luces apagadas. La visión de quienes se dedican a esto está acostumbrada a solo guiarse con la luz de la luna y en caso de ver una tortuga, deben encender una luz roja para que el animal no se espante.

Una vez ella desovan y se marchan. Tomamos los huevos y los metemos en un tortugario, lejos de los depredadores.

Haz click para ver el vídeo del nacimiento de las tortugas

Había una tortuga en la playa pero se movía de manera diferente, daba la impresión de que su aleta estaba herida.

Ellas arrastran sus aletas con dificultad para avanzar un corto trayecto por la playa hasta la zona donde las olas no alcanzan a llegar (ellas lo saben), abren un hueco de 40 centímetros de profundidad y con una paciencia estilo Vaticano, empiezan a desovar.

No se movía y su aleta la levantaba con dificultad.

Darío (el encargado esa noche del patrullaje) la vio y con prisa fue a avisarme para que la viera. Yo lo dudé un poco, pero al final era por eso que estaba ahí, así que me puse un poncho para la lluvia, tomé mi cámara, una linterna y fuimos a la playa.

La tortuga no se movía, estaba inerte. Nos preocupamos.

Darío la levanta y la pone sobre la arena boca arriba para mirar mejor su caparazón. 

Con guantes la toca, la analiza. Vemos una especie de fisura en su caparazón. Un tiburón la atacó pero debió desistir al darse cuenta que no podía morder tan impenetrable coraza.

Yo me acerco a verla mejor. Me paro justo enfrente de ella.

Solo la luz roja está encendida para no molestarla.

Escuchamos un fuerte sonido.

-¡Cuidado la ola!

No tuve tiempo de reaccionar.

La colosal ola vino sobre nosotros, giró a la tortuga y 60 kilos de caparazón cayeron sobre mi pie derecho.

Por impulso intenté retirar mi pie y como consecuencia el caparazón desgarró parte de la piel. En el instante no me di cuenta, grité que había perdido la chancleta y rápidamente encendemos las linternas para ver si la podíamos alcanzar.

Demasiado tarde. Contra el Océano Pacífico nadie puede.

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Minutos antes de los hechos

Camino tan solo un poco y noto que no puedo apoyar el pie. Me arde.

Apuntamos la luz y vemos como la sangre caía. La sangre, que es bien escandalosa, me hizo pensar lo peor.

Cargada llego de nuevo a la cabaña para iniciar la curación, en las penumbras con tan solo la luz de una vela.

Volví a la cama. Después de eso no volví a salir.

La recuperación tardó varias semanas. Con la humedad, la arena, la brisa salina, era muy difícil sanar.

Afortunadamente una médica nos visitó días después y me dio medicamentos para el dolor y la hinchazón. A ver, mi mamá es médica pero antes que eso es mamá, entonces dejemos así.

Hoy tengo una cicatriz la cual muestro con orgullo. No todos los días te cae una tortuga marina encima ¿No?

Haz click para ver el vídeo de la liberación

DATOS CURIOSOS SOBRE LAS  TORTUGAS MARINAS

  • Hay ocho especies de tortugas marinas, en el Pacífico colombiano suben cinco: Golgina, Carey, Negra, Verde y Caná
  • Las tortugas marinas no tienen vínculo parental. Es por esto que desovan, se van y no vuelven a saber más de sus crías.
  • No pueden esconder sus aletas o su cabeza. Su caparazón es lo único que les brinda protección. No hay animal carnívoro que pueda romperlo.
  • Son animales centenarios.
  • De cien huevos puestos en la playa, sólo tres alcanzan a llegar a la edad adulta.
  • Tardan aproximadamente 60 días en nacer.

Te recomiendo estos artículos sobre la vida en el Chocó:
♦ Impresiones del Chocó desde un Tuk-Tuk

♦ Desafiando al Océano Pacífico

Lina Maestre
Lina Maestre
Soy Lina. Viajera, creadora de contenido, autora y emprendedora. Soy la que escribe, toma fotos y edita este blog. Nací en Colombia y he viajado en solitario y en pareja por más de 40 países. Soy autora del libro El Arte de viajar sola y la creadora de Ellas por el Mundo (una agencia de viajes para mujeres). Acá encontrarás relatos de viajes, consejos y guías de destinos e inspiración para tus viajes. Puedes ver mi día a día a través de Instagram.

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